Hay una anécdota que solía comentar el gran José Luis Sampedro decía que Salvador de Madariaga en el prólogo de uno de sus libros. Unos jornaleros sin tierra estaban en la plaza esperando por la mañana temprano que algún capataz de un cortijo viniera a contratarles para unos días. Entonces apareció un cortijero que venía a comprar votos para las elecciones, y a uno de aquellos pobres, pobrísimos, le dio dos duros, que entonces eran una fortuna, por su voto para las elecciones; naturalmente para que votara al cacique de derechas correspondiente. Aquel jornalero hambriento cogió los dos duros, se los tiró al suelo al otro y le dijo esta frase impresionante, esta frase propia de un trabajador, esta frase dignísima:
“En mi hambre mando yo”.
Hermoso, emancipación, nada que perder... aparte de las cadenas. Me gustaría pensar que este acto es posible para todos, pienso que es posible. Que uno no depende del sucio dinero, que seamos conscientes de que ellos tienen el capital y nosotros nuestro sudor.
Madiba decía que siempre fue un hombre libre, en rejas también. Mandaba en su libertad, pero la dignidad no sólo la tienen los héroes, hay muchos ejemplos, muchos poderosos. Este jornalero mandaba en su hambre, personifica la dignidad. No creo poder definir mi admiración hacía actos así, comprenderlos sí, pero tampoco logro ponerme en su lugar, ni siquiera imaginarlo, no sé lo que es el hambre, ni la prisión, así que no sé lo que cuesta ser digno en esas situaciones, pero... buff, qué bonito.
Hay mil cosas que nos pueden arrebatar sin estar en nuestras manos evitarlo, pero la dignidad no, por lo tanto ya hemos ganado.
Tampoco creo saber lo es la dignidad, pero debe de ser algo así.
Tampoco creo saber lo es la dignidad, pero debe de ser algo así.
.-Dawn