Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de
experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los
cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu
camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu
y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.[1]
.-ITACA, de C.P. Cavafis
EL SALVAJE Y LA ODISEA
El mito del salvaje: Origen e importancia
Desde Mesopotamia y Egipto hasta nuestros
días en nosotros sigue vivo el mito del salvaje. Está presente en toda la
construcción de nuestra identidad como occidentales. Sus funciones varían,
según el momento, contexto, problemas, etc. Partiremos para demostrar esta
tesis de la misma Grecia, estudiando el mito del salvaje en Homero y
comprándola con la obra de Eurípides. En concreto, en la Odisea de Homero.
En Homero se tratan los temas clásicos que
los autores posteriores comentarán y que los filósofos no dejarán de
plantearse. Una forma de hacer filosofía podría ser cómo los filósofos han
pensado a Homero, desde los presocráticos.
Para
la antropología filosófica la obra de Homero es fundamental, porque sus poemas
tienen suficientes elementos para que en griego reconstruyamos una forma de ver
cómo son los humanos que no parte de la concepción dualista psicosomática y una
visión dualista de la humanidad.
La hermenéutica de Platón le permite al
filósofo darse cuenta de una cosa, que los filólogos interpretan los textos de
los antiguos desde premisas filosóficas y antropológicas que dirigen su visión
y de las que no son conscientes.
Puede
que la crítica más fuerte a la sociedad de guerreros la haga el mismo Homero.
Hay un gran poeta que aprovechando la tradición construye un texto que le
transmite al lector el desarme más grande que pueda tener uno.
La figura del salvaje en la visita a
la tierra de los cíclopes
En el canto IX, se nos relata la visita de
Odiseo y su tripulación al país de los cíclopes, en contraste con la visita
posterior a la tierra de los feacios, modelos respectivos de salvajes y de
civilizados.
Es
clave para el imaginario griego la construcción de la alteridad, es decir, cómo
se piensa al distinto, así como ver qué ventajas o fines puede tener su
representación en un discurso literario. Se trata de construcciones del
imaginario griego que desde su etnocentrismo piensa y re-presenta al distinto,
al otro, y de esa manera se acabarán concibiendo a sí mismos por oposición a la
visión construida de la alteridad, que actuará como una especie de negativo
para pensarse al propio pueblo griego. Si la figura del bárbaro, de manera
simplificada, podríamos decir que sirve para crear una alteridad por oposición
al griego, con características como que tiene una organización social distinta,
que no cree en los dioses olímpicos, viste de manera distinta, etc. y, quizá lo
más importante, habla otra lengua (cosa que pudo ser, y lo fue, utilizada para
construir argumentarios sobre si era legítimo o no invadirlos debido a que la
incomprensión de lengua se relacionaba con una carencia del logos bárbaro); la figura del salvaje
juega otra función. Por ejemplo mostrar la importancia de la polis al ciudadano griego frente al
salvajismo en el que podría caer cualquier humano que se viera alejado de la
ciudad, y degradarse de una construcción social que cuenta con leyes, derecho y
justicia a un estado de salvajismo animal: el salvaje no vive en comunidad,
carece de normas y rituales sociales y de leyes, no da importancia a la
hospitalidad con el náufrago o con quien viene de una guerra, representa la
fuerza bruta frente a la inteligencia, actúa de manera inmediata cuando siente
un deseo por satisfacerlo (no hace la separación entre el experimentar un deseo
y el momento de cumplirlo), e incluso llegará al punto máximo de rotura con el
modelo civilizado cuando engulla a los compañeros de Odiseo, evidentemente sin
hacer la división entre partes comestibles y no comestibles que hacían los
griegos, para entregar las no comestibles a los dioses a modo de ofrenda.
En
definitiva, vemos cómo el poeta juega con las imágenes visuales para realizar
este choque de lo que podríamos llamar “estadios de humanidad o animalidad”.
Otra
de las características clave para nuestro análisis, entrando ya de lleno en el
comentario de la obra, es el desconocimiento de la agricultura y la navegación.
Estos constituyen elementos fundamentales de la sociedad griega, y no poseerlos
ya muestra un primer alejamiento, algunas características del otro, que son susceptibles de
constituirse en una gradación a la hora de colocar una cultura o modo de vida
por encima de otras.
En su
relato a los feacios, Odiseo envía unos hombres para ver quiénes habitan las
islas. Encuentran en primer lugar una isla que representa el mundo natural,
donde sólo hay vegetales y cabras, representa una naturaleza salvaje. Lo cual
para Odiseo y sus compañeros es de imaginar que supone razón suficiente el
hecho de que no haya muestras de civilización ni de un espacio sagrado para
poder explotar este medio.
Su móvil es antropológico: ver quiénes
habitan esa isla, cómo son y si comen pan. La segunda parte en esta aventura de
los cíclopes es cuando llegan a su isla propiamente dicha, donde veremos cómo
se articula la imagen del salvaje en un humano.
El
hecho de que fueran obras articuladas para leerse ante un público, del mismo
modo que la tragedia en la representación teatral, constituye un hecho de
comunión con el resto del pueblo, donde se participa colectivamente de la
narración o representación, y el discurso que estas transmiten se articula de
manera global en el ideario de la sociedad.
En la
primera isla ya se ha dejado entrever una de las características que van a
formar parte del modus vivendi de los
cíclopes, la caza y ganadería, y con esta, la alimentación a base de carne. Ulises
y sus compañeros cazan cabras en la primera isla, sacrifican y comen. Actos
rituales, civilizatorios, por lo tanto en contraste con cómo actúan los
salvajes.
Odiseo
y sus compañeros van a ver a los cíclopes con una bota hecha de piel de cabra
donde guardan el vino de los Cicones, un vino que le había dado el sacerdote de
Apolo del lugar anterior que saquearon, y que fue entregado en agradecimiento
por no violar el espacio sagrado. Constituye un vino excelente, que sólo el
dueño sabía el sitio en que había sido oculto. Compartir la bebida es un hecho
cultural de primera importancia. Odiseo lleva el vino mencionado para compartir
con los cíclopes. Para conocer quiénes son los humanos de esta nueva isla realiza
el ritual de ofrendar a los autóctonos, esperando recibir algo a cambio. Lleva una bota con vino, alforjas con pan y
una espada. En estos tres símbolos vemos que se trata de hombres civilizados.
En la
cueva se encuentran un gigante, que era ganadero solitario y apartado. No
entraba a convivir con los demás, y viviendo lejos de todo, no sabía qué es la
justicia, desconocía la ley: «En verdad era un monstruo (…) y en nada se
parecía a los que comen pan, se parecía a una boscosa cresta de montaña que se
ve alejada del resto».[1]
En las
últimas líneas, vemos como lo denomina monstruo-espanto y la metáfora es con un pico de montaña, es
decir le hace formar parte de lo natural y lo salvaje y no de lo humano y
civilizado. Esta es la imagen del salvaje en Homero, un monstruo, un gigante, un
espanto.
El
tema de gigantes y enanos es una constante en distintas culturas, ser humano
significa tener unas medidas concretas, un gigante sería alguien frente a quien
no podemos combatir, porque por fuerza y tamaño es imposible derrotarlo. Aquí
al salvaje se le añade el tamaño gigantesco, pero hay que añadir un segundo
punto, es un monstruo, un espanto, sólo tiene un ojo. ¿Qué quiere decir que un
pueblo se imagine una tierra poblada de monstruos con un solo ojo? Con un solo
ojo no se percibe la profundidad, tiene una percepción de la realidad sin
profundidad, no sabe la distancia que hay de un sitio a otro, tiene una visión
plana de las cosas. El tema de la visión plana es un tópico, si no se conocen
las cosas al fondo, se tiene una visión superficial de estas. Aquí ya se
anticipa que el logos de griegos y
salvajes es distinto, pues los rasgos culturales y físicos hasta ahora
mostrados se van a mostrar en una superior inteligencia para derrotar al
cíclope (puesto que físicamente el combate es imposible), rasgo que también es
susceptible de articularse como argumento para invadir y conquistar otras
formas de vida.
Los
cíclopes son ganaderos, cuando el humano descubre la agricultura se ve como un
ser superior a la ganadería, constituye una forma de subsistencia superior. En
toda forma de subsistencia hay una previa, la caza y recolecta son las previas
en este caso. Se es consciente de que con ganadería y agricultura hay una forma
de vida que es parasitaria pero que se da, la piratería, que roban el ganado y
los productos de agricultura. También existen los soldados, pero frente a los
piratas, ellos quieren volver a su casa, pero de camino se comportan casi como
piratas, del mismo modo que los piratas, no sólo atacan barcos, al tomar tierra
se comportan del mismo modo que los protagonistas aquí. Eso muestra que los
supuestamente civilizados también tienen rasgos de salvajismo.
Para
concluir lo dicho hasta aquí es necesario destacar la importancia de la
ganadería y la agricultura en una civilización, pues permiten la convivencia de
un grupo mayor, y que se den estructuras demográficas mayores, por lo que no
habrá una verdadera ciudad si esto no existe.
La figura del salvaje en la visita a
la tierra de los feacios
En
esta visita podemos encontrar una definición del salvaje pero por reacción,
todo aquello que no es el salvaje.
En el
canto VI, se da el encuentro entre Ulises y
Nausícaa, hija de Alcínoo, rey de los feacios. Tras naufragar, Ulises es
despertado por unas jóvenes que estaban lavando la ropa, él está desnudo, sucio
y greñudo, rasgos que se atribuyen al salvaje. Ya desde el primer momento se
pregunta por dónde habrá ido a parar, la importancia de la pregunta reside en
el temor por conservar la vida o ser devorado, recordemos que este canto
acontece cronológicamente posterior a la aventura de los cíclopes, que será
relatada en el canto IX:
—Quedaos aquí sigler mis fieles amigos, y yo
con mi nave y mis compañeros iré allá y procuraré averiguar qué hombres son
aquéllos; si son violentos, salvajes e injustos, u hospitalarios y temerosos de
las deidades.[2]
Es de
vital importancia el juego de imágenes que compone el poeta: Odiseo surge de la
selva, rasgo de salvajismo, y es comparado con un león en la caza. Podríamos
pensar que Homero quiere destacar la pugna entre el actuar como un salvaje, la
animalidad, y la vida civilizada, en base a las acciones de Odiseo, pues este,
según es descrito, fácilmente podría haberse comportado de otras formas con
Nausícaa. Sin embargo, esta, frente a sus compañeras, e imbuida de fuerzas por
Atenea, se resiste a huir y le dará ropas a Odiseo, representación del a
hospitalidad civilizada ante el malaventurado.
El
poeta construye una sociedad o modalidad cultural mítica –la de los cíclopes– para
contraponerla a una sociedad civilizada y que se les considera tal porque viven
aislados. Ahí el poeta construye el mito del hombre salvaje con una de las
imágenes más fuertes de todo Occidente.
Incluso
los feacios que desconfían de los forasteros acogen a Osideo y le guían. Nausícaa
le dirá a Odiseo que no vaya en ese momento a la ciudad, que fuera por la noche
a poca luz al palacio del rey y que actúe según el ritual del forastero que
pide hospitalidad. Esto indica que sería un pueblo de migraciones constantes.
Zeus es conocido como el hospitalario, para esta forma de cultura, la
hospitalidad es sagrada.
Los
feacios actúan respondiendo a un modelo de acogida piadoso, hospitalario y con
buena conciencia, en seguida lo lavan, le dan de comer y un rapsoda que está
cantando aventuras de la guerra de Troya. Los feacios celebran unas fiestas en
su honor y se comprometen en llevarlo en barco a su tierra. Reconocen a Odiseo
con su identidad debido a la emoción de este con el cantar del rapsoda como ya
hemos mencionado antes. El pueblo de los feacios tiene un jardín que sería el
sueño de una agricultura perfecta, los árboles tienen una disposición perfecta
para que a lo largo del año no deje de haber fruta.
El
tema de la agricultura y los pueblos no agrícolas es una distinción
fundamental, cuando Odiseo regrese a Ítaca, que será un proceso fundamental, no
va directo a la ciudad, sino a las afueras, donde ve un criado que lo acoge,
pues él va vestido como un miserable, un esclavo, el encargado de criar a los
cerdos lo acoge. Allí está el padre de Ulises, un agricultor, el punto es, en
qué medida para la Grecia arcaica un pueblo sedentario dedicado a la
agricultura es el prototipo de un pueblo civilizado. Sin esa agricultura
básica, dos o tres características básicas no se dan, el pan el vino y el
aceite.
Ulises
en ese camino, antes de pedir hospitalidad, ya comprueba que es un pueblo
agricultor, cuando entra, encuentra una sociedad jerárquica con un rapsoda que
sirve para después de una cena contar la propia historia de ese pueblo y cuando
hace el ritual a él le dan de cenar y beber y convocan que haya pronto unas
fiestas. Se ve que la civilización implica una serie de deportes, etc., que son
prototipo de lo que luego serán los juegos olímpicos. Un pueblo no compite con
armas para la muerte, sino en el combate del deporte, como un entrenamiento, en
periodo de entre guerras.
A la
persona que pide hospitalidad, aparte de lo visto, a esa persona se le pide que
se identifique, y la respuesta de la identidad de un hombre es contar su vida,
que es lo que hará Odioseo. Cuenta qué grupos de humanos ha visto, y cuando
cuente la historia contará lo sucedido con los cíclopes. [3]
En este
apartado analizaremos críticamente la figura del salvaje en el Cíclope de Eurípides viendo las
similitudes y diferencias que se encontramos con el ciclope de la Odisea de Homero.
Sátira
En la Grecia
antigua un drama satírico se representaba al final de una trilogía. Los autores
presentaban trilogías, aunque a nuestros tiempos sólo hay conservada una, de
Esquilo. Después de representar las tres partes, realizaban un drama satírico,
pues las tragedias dejaban al pueblo emocionalmente muy agotado, con vivencias
muy duras, y por ello el drama satírico servía para recobrar la sonrisa.
Una de las
funciones de este drama satírico es que los atenienses se den cuenta de qué la
constituye, pues el autor dramático provoca con la risa una especie de reacción
de lo que sería disfuncional según su parecer en un buen funcionamiento
democrático. Ya que en su forma de contar el mito del salvaje, del cíclope,
veremos qué cosas le sirven para provocar risa y cual es el aspecto crítico de
esa risa.
El ciclope de Eurípides y el ciclope
de Homero
A diferencia de
Homero, en Eurípides encontramos al sátiro, que mezcla elementos humanos y
animales, concretamente de cabra. Una cosa significativa es que se
representaban siempre llevando un falo exagerado y erecto, hacen referencia a
la sexualidad. Van con pieles, y dentro de los sátiros hay un personaje que es
el jefe, el mayor, Sileno. En este drama satírico hay una novedad con respecto
a Homero. Si la figura del salvaje en Homero es el cíclope, y los amigos de
Odiseo también tienen aspectos de este salvajismo, antes comentados, aquí están
los sátiros y Sileno.
En Homero no
está descrito dónde está esta isla. En Eurípides sí que aparece dónde se
encuentra la isla, Sicilia. En la mitología también existe la leyenda de que
hay cíclopes que hacen grandes obras con grandes piedras. Escoge Sicilia porque
parece que hacía poco los atenienses habían tenido problemas con los sicilianos
e indirectamente Eurípides a los atenienses está recordando que hay que darles
su merecido, un castigo. La forma de contar el mito puede introducir gran serie
de variaciones sobre lo que se quiere decir.
Odiseo y sus
compañeros encuentran una isla donde hay distintos sátiros que están limpiando.
El cíclope, el de Eurípides también es ganadero, una novedad con Homero son los
criados, con un sentido fuerte, sirvientes, esclavos. Aquellos viajeros que
llegan a esta isla, si no se los puede comer, porque lo ha intentado, pero la
carne de sátiro era indigesta, entonces los reduce a esclavos. Se encargan de
tener la cueva perfectamente limpia. Este cíclope tiene sentido de la limpieza
y del orden, y como si fuera un patricio ateniense, esclavos. A otros les
encarga llevar el ganado a pastar, y él se va a cazar a la alta montaña, dicen
los expertos que Eurípides estaba diciendo que ahora en Atenas, cuatro jóvenes,
en lugar de preocuparse del patrimonio familiar se van a probar caballos, se
van de caza, a la playa, etc. En esta obra el cíclope se desentiende del oikos, tiene unos esclavos que se ocupan
de ello y él se dedica exclusivamente al otium.
Esta obra ha sido muy estudiada por las lecciones de antropología que enseña,
en qué medida es posible una convivencia entre humanos…
La primera
cuestión que aparece es que Odiseo se encuentra a Sileno y los otros, les piden
provisiones, empiezan intercambiando, hay sociedad en la medida en que
intercambiamos, aunque sea tan básico como la caza de uno por la del otro.
Odiseo lleva el vino, lo intercambia por queso y carne de cordero.
El
tema del intercambio de lo que es
propio, el vino aquí es un regalo. Sileno no es el amo, es un esclavo, finge que
todo lo que hay en la cueva es suyo. El intercambio fracasa si alguien no es
justo, roba o se apropia de lo que no es suyo. Hay sociedad si hay intercambio
de mensajes, de palabras, no hay sociedad si no hay diálogo interpersonal. Las
condiciones de un diálogo, una es que se comprometan con lo que dicen, si uno
habla por hablar, se está perdiendo el tiempo. La importancia
de la propiedad y la palabra como constitutiva de pactos, si esto no funcionara
se romperían las normas de la sociedad. Ambas cosas las hará Sileno ya que le
robará y mentirá a Polifemo.
Él es
perfectamente consciente del poder del uso de la palabra. La fuerza de la
palabra está reconocida, Sileno le pide que le corte la lengua. Odiseo hace preguntas
para informarse de quiénes son los cíclopes, cómo viven: aislados, nómadas, no
saben qué es tener casa, edificios, murallas, etc. Qué son y qué no son, qué
desconocen: agricultura - pan y vino y
su ya comentada carga antropológica- y son sanguinarios.
Los sátiros y
los compañeros están sometidos al cíclope, uno de las cuestiones más relevantes
que se tratan es cómo pueden unirse para luchar contra la situación de
dominación. El cíclope empieza a hablar con Odiseo, que le dice que viene de la
guerra de Troya. El cíclope aparece como perfectamente informado de la
situación que pasa en el mundo, sabe que ha habido una guerra. El cíclope se
burla, los desacredita, ¿la guerra por quién? ¿por alguien como Helena? No hay
sociedad sin intercambio entre sexos, estos es lo que provoca lances y
justifica la prohibición del incesto. En este drama aparece que tanto los
sátiros como el cíclope no saben esto. Sátiros porque sólo entienden el sexo
como algo de grupo y continuo, no se puede formar una pareja. ¿Qué le pasa al
cíclope? Hay fragmentos en los que parece que cuando hablan estén en los
rituales de cómo en Atenas se hacía con amigos, cómo iban vestidos, qué
cantaban…
Cuando el
cíclope esta embriagado no sabe cuáles son las reglas de una pareja de novios
en una sociedad, los rituales, etc., sino que quiere sexo inmediato, y hace una
doble transgresión: en todos los grupos humanos se considera que lo normal es
respetar las generaciones en el intercambio sexual, pero hay una segunda, un
tipo de relación que está socialmente bien considerada, la heterosexual. ¿Qué
pasa cuando el cíclope se emborracha y excita? Quiere sexo con Sileno que es
viejo, sátiro y macho, de manera que se ve como un salvajismo, ya que no es
consentido, es con un anciano y pensando que es un joven Ganímedes.
Eurípides cita
el templo de Poseidón, Odiseo para evitar ser devorado por el Cíclope le dice
que ellos lucharon para que siga en sus manos el templo consagrado a su padre,
este responde llamándoles ignorantes, puesto que el único dios que él respeta es su
vientre:
Ulises
Nosotros, ¡oh noble hijo del dios marino!,
te suplicamos y te decimos abiertamente
que no sufras a los huéspedes que han
llegado a tu cueva
matar y servir de impío alimento a tus
quijadas,
nosotros que, ¡oh rey!, a tu padre sedes de
templos
hemos respetado en los repliegues de la
tierra de Grecia.[4]
Ciclope
Los promontorios del mar fundados por mi
padre
deseo lo pasen bien. ¿Por qué los voy a
tomar en cuenta?[5]
La respuesta en
la obra Eurípides es más dura que la que encontramos en la obra, porque el
ciclope de Eurípides no sólo se come dos
amigos de Odiseo, sino que los coge y palpa para ver qué parte está más tierna
para comer.
Sin embargo este
cíclope tiene utensilios de cocina. Cocinar tiene una carga antropológica considerable,
el aspecto de la comida. El cíclope aparece aquí como un especialista, primero
toca para ver dónde está la mejor carne: lo más duro lo hierve, lo más tierno
lo asa. En segundo lugar, diferencia esa carne entre lo que es susceptible de asar
y de hervir, y no menos importante es que poseo instrumentos; cuchillos, ollas,
pinchos…
Vemos cómo aquí se nos presenta un salvaje más peligroso, no ya que
el salvaje los mata para alimentarse, como hacen los hombres, este come otros
humanos, lo cual es un acto brutal, sino que no se queda ahí, hay un salvajismo
mayor, puesto que este cíclope se come a otras personas por placer y no por
hambre.
El cíclope
desconoce los rituales de la bebida, del banquete ateniense, y Sileno quiere
enseñarle al cíclope cómo se debe beber, pero este parece no haber aprendido, puesto
bebe hasta embriagarse, el cíclope, sin respetar lo que le ha enseñado, lo bebe
de la botella, romper a norma/costumbre.
Los sátiros
empiezan a poner excusas, no hacen nada por su liberación, son unos cobardes,
están condenados a vivir eternamente como esclavos, porque lo que Odiseo quiere
es que arriesguen su vida para liberarse. La reflexión de Eurípides sobre el
salvaje en su contexto de una Atenas democrática cambia por completo por
respeto a la versión de Homero, el salvajismo aquí es mucho más explícito,
puesto que el salvaje rompe con las normas del comercio, rompe las condiciones
dialogo, rompe con la normativa y rituales de relacionarse sexualmente y el
punto básico es, el salvajismo es más fuerte aun porque, no solo porque la
única divinidad que respeta es su vientre, su satisfacción, tampoco trabaja,
pues explota a los otros.
A diferencia que
en Homero, el salvajismo del sátiro, sólo tiene la mentira, el robo. La única
cosa que puede hacer ver a Odiseo como un salvaje es que cuando piden como
suplicantes. Cuando ve cocinar a sus amigos siente impotencia, no ha tenido
sentido el jugarse la vida en la guerra. Tiene una crisis existencial radical,
y llega a decir, si la realidad es así, toda la estructura religiosa de nuestro
compromiso, de salvaguardar templos, etc, es una mentira, no hay más dios que
la fortuna, el azar, los vientos del mar te llevan en una dirección u otra,
pues si te llevan a tierras de esta bestia, te condenan.
Aunque seguido
de esa crisis nos dice que no hay desesperarse porque con él está el vino
(Dionisos simbólicamente) y se pueden liberar, porque esa fuerza la desconoce
el cíclope, ya que es esencialmente humano como hemos mencionado anteriormente.
Y entonces, podrán ganarle. Hay una respuesta compleja del poeta en lo que
diríamos que hay la posible pérdida de
la lucha, no mantenerse como un guerrero hasta el final, que seria su
retrogradación al salvaje.
La figura del ‘hombre salvaje’ que hemos encontrado la
mitología merece este análisis crítico realizado por varias razones. Como ya
sabemos, con el apelativo de salvaje, junto a los de 'bárbaro', 'pagano’ o
'primitivo', los occidentales han denominado a los otros pueblos y culturas,
legitimando así sus conquistas y su colonización como la mejor manera de transmitir
la verdadera religión y la autentica civilización. Es más importante saber que esta expresión mitológica es
anterior a la expansión colonial y que nos muestra la otra cara de la razón
occidental y sus deseos y temores más ocultos, su violencia interna y el drama
de su identidad inestable.
Dicha figura sobrevive a toda historia de Occidente,
adaptándose a las diversas circunstancias histórico-culturales mediante varios
cambios y variaciones que le permiten desempeñar una nueva función y transmitir
otros significados.
Y por ello nos hemos adentrado en las dos primeras
manifestaciones de este mito, la que nos da Homero describiendo la aventura de
Odiseo con su encuentro con el ciclope en el canto IX de la Odiseo y la
descripción que nos da Eurípides en el drama satírico El cíclope, para
describir con detalles la constitución de la imagen de Polifemo y para detectar
los importantes cambios que ya sufre en estas obras de tan relevantes en
nuestra cultura
BIBLIOGRAFÍA
- Joan B. Llinares, "¿Son verdaderos sujetos los seres humanos de la Grecia arcaica? Notas en torno a la interpretación de la antropología homérica", en Las identidades del sujeto, Vicente Sanfélix (ed.), Valencia, Pre-Textos, 1997, pp. 23-57, ISBN: 84-8191-158-5.
- Joan B. Llinares, "El mite del 'salvatge' i el teatre: lectura antropològica d'El Cíclop d'Eurípides", en J. V. Bañuls, F. De Martino, C. Morenilla i J. Redondo, eds., El teatre clàssic al marc de la cultura grega i la seua pervivència dins la cultura occidental, Bari, Levante editori, 1998, pp. 147-176, ISBN: 88-7949-166-0.
- Joan B. Llinares, "La construcción del tipo del 'salvaje' en Homero", en Estudios en historia y filosofía de la biología I, México, Centro de Estudios V. Lombardo Toledano, 1999, pp. 219-246, ISBN: 970-18-2235-8.
- Joan B Llinares Chover, “La gestación del mito del 'hombre salvaje' en los orígenes de la racionalidad occidental: el cíclope Polifemo en Homero y Eurípides” 2010 Kleos 20 2010 81 130
- HOMERO. Odisea. Trad. de José Manuel Pabón. Revisada por M. Femández-Galiano. Madrid: Gredos 1986
- BARTRA,
Roger. El salvaje en el espejo. Ediciones Era. México: 1992.
- BARTRA, Roger. El salvaje artificial. Ediciones Era. México: 1997.